El Quillet de Alberto __________________ __________________ .-/| \ / |\-. |||| | |||| |||| | ~~*~~ |||| |||| --==*==-- | |||| |||| | |||| |||| | |||| |||| | --==*==-- |||| |||| | |||| |||| | |||| |||| | |||| |||| | |||| ||||__________________ | __________________|||| ||/===================\|/===================\|| `--------------------~___~-------------------'' Leo sobre El Quillet de los niños y sobre la infancia, en el gopher de Alberto: => gopher://texto-plano.xyz:70/0/~alberto/archivo/perder-el-quillet.txt Automágicamente me transporto a mi propia infancia. Un departamento de dos ambientes, poco más de 40 metros cuadrados, para una familia de 4 personas. Amontonando muebles, nos tocaban menos de 10 metros cuadrados por cabeza. Mi hermano y yo dormíamos en el living, que de noche se transformaba en dormitorio. Si quería privacidad me encerraba en mí mismo, en mis juegos y en los libros. No se podía salir a la calle. La Facultad de Medicina, a fines de los '70s era un campo de batalla. Hacíamos el camino hasta la escuela pegados a la pared. Mamá nos había enseñado que si escuchábamos una sirena debíamos meternos en el umbral del edificio más cercano, porque los patrulleros corrían por la vereda. Ella había decidido trabajar en vez de seguir estudiando cuando terminó la escuela primaria. Se dedicó a la depilación y la manicuría en una peluquería de Barrio Norte. Papá hizo solo primer año de algún secundario industrial del conurbano. Era electricista. Ambos trabajaban duro y lo único que entendían era que nosotros, sus hijos, teníamos que estudiar (^1). Pero no tenían idea de qué, ni de cómo. No podían saber qué escuela era la más adecuada, no conocían métodos de estudio, ni tenían herramientas para hacer apoyo o seguimiento de los aprendizajes. Sólo festejar nuestros aprobados y sufrir nuestros aplazos. Mamá leía mucho. Arrepentida de no haber continuado sus estudios. Papá se jactaba de haber leído un solo libro en toda su vida: De los Apeninos a los Andes. Pero había algunos libros técnicos sobre electrónica, sonido, tésters y otros, que decían lo contrario. Alguna vez había leído un poco más que un único libro del que ni se acordaba la trama. Teníamos dos bibliotecas grandes y dos chicas. La gran mayoría era material de segunda mano. Nunca me pregunté de dónde salían los libros. Pero claramente debo haber heredado la facilidad para conseguirlos, porque no hay librería de usado que se me resista. O más bien debo decir que no me resisto a pasar por una librería de usado y zambullirme en los estantes de ofertas. Luego me casé con alguien que tiene la misma 'erotomanía' con las librerías y las bibliotecas. Muy pocos de aquellos libros eran infantiles. Apenas algunos de la colección Robin Hood y los manuales pedidos en la escuela. El resto era literatura para grandes, a la que tenía acceso libre. Dicen en mi familia que aprendí a leer solo. Señalando una letra en un libro y preguntando cómo se dice. Luego unía dos letras y preguntaba cómo sonaba dicha unión. Acto seguido, buscaba esas combinaciones en los libros. Un día entendí que de estas uniones y mezclas de letras salían palabras que yo conocía. Entonces leer un libro era como escuchar hablar a una persona. A la semana de mi descubrimiento y con apenas 4 años, me senté en la mesa familiar con un libro y comencé a leer: >"Y bajando Él a la tierra, le salió al encuentro >un hombre de la ciudad poseído de los demonios..." ¿Quién es Él y qué quiere decir 'poseído'? Pregunté a mis padres boquiabiertos mientras miraba la ilustración de la tapa de "El exorcista" de William Peter Blatty (^2); la escena nocturna de un señor con sombrero bajo un farol, a la entrada de una casa. Desde ese día, la maestra de jardín comenzó mi adiestramiento en lectoescritura. Palotes, rayitas y letras. Estaba aprendiendo esa comunicación recién descubierta, de manera más formal. Pero ya no tenía gracia, le habían sacado la parte divertida de descubrir, para dejar solo la parte aburrida de repetir. Vuelvo a mi esposa; vuelvo a Alberto y su Quillet, porque como buen descendiente del mono, ya me fui por las ramas y alguno se estará preguntando a qué viene toda esta blabla. Mi esposa llegó a mi vida para poner un poco de orden en el caos, para darme cuenta de que mi infancia no estuvo mal, solo faltaron un par de puntales. Que ha estado bien, pero un poco de guía me hubiera ahorrado disgustos, vagabundeces y dolores de cabeza. Ella fue quien trajo el Quillet de los niños a casa. Venía de contrabando en una de las cajas de libros que trajo cuando afianzamos nuestra convivencia. Más de una vez me encontré leyéndoselos a mis hijos antes de dormir. Y los seguía leyendo cuando ya se habían dormido. Están entre sus libros adorados y no se deshace de ellos por nada en el mundo. Ahora, leyendo las palabras de Alberto, empiezo a entender por qué; el motivo de tanto cariño y la alegría de volver a encontrarlos. Porque tal parece que El Quillet de los niños es eso: Un libro que transmite alegría. Luego pienso... ¿Qué tan otra hubiera sido mi infancia con un libro así? (^1) Mis padres me decían que había que estudiar "Porque te pueden robar todo, pero lo único que nunca te van a poder sacar es lo que aprendas en la escuela y en los libros". (^2) El exorcista se publicó en 1971. Curiosamente es el año de mi nacimiento. +-+------------------------------------------+-+ | |META DATOS | | | +------------------------------------------+ | |o|Este texto se creó en marzo de 2023. |o| | |Puede ser modificado a la luz de nueva | | |o|información y aportes de otras personas |o| | |(ver política de archivos vivos) | | | |Podés enviar tus comentarios a: | | |o| hora_z(en)texto-plano.xyz|o| +-+------------------------------------------+-+